jueves, 16 de noviembre de 2006

Beagle


Hace tantísimo tiempo que se conoce al Beagle en las Islas Británicas que casi se lo podría considerar como una raza autóctona. Es, desde luego, uno de los perros de caza más antiguos, que esta totalmente emparentado con otras razas afines también muy antiguas, como el Foxhound.

Estos perros siempre fueron apreciados por su fino olfato y su particular forma de rastrear, y en clasificaciones caninas se los ha opuesto a los Lebreles, que se ayudan más de la vista que de la trufa para perseguir a su presa.

Se sabe que desde los tiempos más remotos han existido sabuesos al lado del hombre, como fieles aliados para la búsqueda de la comida diaria. Por las pruebas halladas en cuevas, pinturas, y por los huesos encontrados en las excavaciones arqueológicas, se sabe que desde los tiempos más remotos vivía y cazaba con el hombre un tipo de sabueso de cola tiesa y oreja colgantes.

Pruebas tangible de la existencia del Beagle como raza única no aparecen hasta el siglo XV; sólo tenemos la certeza de que había uno o varios tipos de sabuesos muy parecidos a él antes de esa fecha. Durante el reinado de Enrique VII, en el siglo XVI, ya son más fehacientes las evidencias de que la raza existía como tal, aunque es posible, una vez más, de que se tratara de un hermano parecido. Es fácil entender el porqué de las dudas de los cinófilos con respecto a la fecha del origen del Beagle, si se tiene en cuenta que desde la antigüedad se venían haciendo definiciones que bien podrían aplicarse a la raza.

Jenofonte describía, en el año 350 a.C. a unos sabuesos que corresponden, en la mayoría de detalles, al Beagle. Otros dos griegos, Opian y Arian, describían a unos Beagles. El primero era poeta y sus descripciones eran, por tanto, muy detalladas. No obstante no se puede hablar de la palabra Beagle hasta mucho más tarde, en una fecha que corresponde aproximadamente al reinado de Enrique VII (1485-1509).

En 1644 aparece por primera vez la palabra Beagle para definir a un tipo muy específico de sabueso; surge esta palabra en los libros de contabilidad - si así pueden llamarse a los libros de apuntes domésticos de aquella época - pertenecientes a los duques de Belford, que tenían siempre prevista una provisión extraordinaria de alimento para sus Beagles. Cierto es que anteriormente la palabra Beagle había aparecido en las palabras de Jaime I de Inglaterra, como quien quiere describir a un perro de pequeña talla.

A partir de 1650 todas las familias reales británicas disponían de sus jaurías particulares y, si se puede decir de esta forma, de sus líneas de sangre propias. Entre otros, y por la supuesta calidad de sus rehalas, debemos citar a Guillermo III, a la reina Isabel I y a la reina Victoria. Por aquel entonces, cazar no era considerado un deporte exclusivamente para señores, y las reinas pasaban gran parte del día vigilando el estado de sus perros. Existían todavía perros de muy diferentes tallas, algunos de los cuales no pasaban de la mitad de lo que un Beagle normal actual, y otros que alcanzaban la altura a la cruz de un Foxhound.

Durante la segunda Guerra Mundial, la población de Beagles, entonces muy nutridas, decreció enormemente y desaparecieron numerosas líneas de sangre. Los cazadores y criadores que trabajaron para reavivar la raza, buscando nueva sangre y mejores ejemplares, se encargaron de homogeneizarla y de darle un aspecto lógico de sabueso. Desaparecieron totalmente los perros muy pequeños, en vista de que la caza para el zorro era encargada a perros de mayor talla, como el Foxhound, se decidió dar a la raza un formato medio pero fuerte, macizo, no muy alto de patas, pero bien cuadrado.

Los Beagles son los perros británicos que más han sido exportados al extranjero, incluyendo los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y, lógicamente, toda Europa central. También llegaron hasta América del Sur y la India.

En los Estados Unidos se vieron las primeras pruebas oficiales de campo con el Beagle a partir de 1888, y la agilidad de estos perros despertó entusiasmo por doquier. En Inglaterra también se fueron celebrando pruebas de campo, como en Francia o Alemania, pero originaban más afición los certámenes de belleza. Es así que alguna jaurías, afijos y criadores ganaron una enorme popularidad mundial. Podemos hablar de las rehalas de un tal James Russell, que hasta 1910 ganó todos los premios habidos y por haber. James Russell era un conocido cazador, pero sobre todo el mejor criador de Beagles que hubo en la historia, según dicen los entendidos.

Otros nombres famosos son los de sir Frederick Fitz Wygam, los Goff con su afijo Woodvale, el marqués de Linlithgow - que era renombrado por criar Beagles de muy pequeña talla -; más adelante, el famoso afijo Thorpe Satchville, de Otto Paget, fue definitivo para mejorar algunas líneas de sangre. Este hombre conseguía vender sus camadas a precios desorbitados, pero siempre de la máxima calidad.

Sería utópico querer enumerar a todos los afijos y nombres particulares de los que han contribuido a la perfección de la raza. Basta pensar que sólo en Inglaterra, desde hace más de un siglo, no ha habido ninguna exposición canina de belleza importante en que no hayan estado presente unos o varios ejemplares de esta raza. Y son raras las pruebas de campo en América o el Reino Unido que no cuenten con la presencia, a menudo acompañada por el éxito, de un grupo de Beagles.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los beagles son unas macotas estupendas, se adaptan a una familia muy fácilmente. Tienen fama de ser testarudos, pero no son imposibles de educar. Les encanta estar con las personas, en espacial los niños.

Saludos.

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